Me van a pedir razones: apertura del Seminario LIJPE 2022

Por Andrés Jiménez (Director del Seminario)

Detenido por una mujer a las puertas de una ciudad desconocida
le supliqué: déjeme pasar, sólo entraré
para salir de nuevo y volveré a entrar sólo para salir,
porque la oscuridad me da miedo como a todos los hombres.

Pero ella me dijo:
«¡Pues yo he dejado allí la luz encendida!».

Vladimir Holan

Hace exactamente cinco años y dos meses, el 30 de mayo del año 2017, me levanté temprano para recibir, en el aeropuerto de Pereira, a la profesora Carmen Elisa Acosta, por aquel entonces directora del Semillero de Investigación en Literatura Infantil y Juvenil de la Universidad Nacional de Colombia en Bogotá, quien llegaba a la ciudad para ofrecer la que fue la primera conferencia del Seminario LIJPE en su historia. Una voz incansable en mi mente repetía que todo había sido un error, que nadie llegaría a escucharla (no habíamos solicitado inscripción previa) y que tendría que pasar por la vergüenza de llevarla de vuelta al aeropuerto sin que hubiera podido realizar su ponencia; eso sin contar con las explicaciones que tendría que dar yo, personalmente, a la Fundación para la Cultura por haberla embarcado en un proyecto sin futuro. El miedo al fracaso era un nudo en mi garganta.

Algunas horas más tarde, la sala de eventos de la Biblioteca del Banco de la República en Pereira, donde se realizaría el evento, estaba llena a reventar, y había gente afuera, en la calle, bajo la lluvia, enojada porque no se le permitía el ingreso. Esto, por supuesto, me dio mucho más miedo que antes. Me había preparado para que nada saliera bien, pero no para lo contrario, y mucho menos para lo que en ese entonces sentí como un éxito arrasador. Cuando pasé al frente del auditorio para presentar el Seminario me temblaban las manos, pero de algún modo salí indemne al otro lado de ese momento que parecía un sueño.

Este año, el 2022, casi seis mil personas de América Latina, España y otros lugares del mundo, para albergar a las cuales necesitaría un auditorio al menos cincuenta veces más grande que el de aquella primera vez (un auditorio que en mi ciudad, Pereira, no existe), se inscribieron para disfrutar de la programación gratuita y en línea de esta sexta edición del LIJPE. De nuevo siento vértigo y asombro, de nuevo me cuesta creer en la imposible belleza de tantas personas juntas para conversar sobre algo que las apasiona, y a lo mejor sobre todo para sentirse ahí, en relación, cada una de un lado de una red interconectada de puentes invisibles.

Para mí, la geografía que emerge de las listas de registro de este año es un poema, y lloro leyéndolas. Dicen:

Colombia, Argentina, México, Perú, Chile, Uruguay, Brasil, Venezuela, Bolivia, Paraguay, Ecuador, Guatemala, Costa Rica, El Salvador, Cuba, Panamá, Nicaragua, Puerto Rico, República Dominicana, Estados Unidos, Canadá, España, Cataluña, Finlandia, Alemania, Francia, Andorra, Lituania, Portugal, Suiza, Países Bajos, Italia.

Y entre más chiquita se vuelve la escala más hermosos los versos. Tomaré como ejemplo a mi país, Colombia, en el cual hay oficialmente 1.122 municipios, de los cuales aparecen ¡177! en nuestros registros. Cuando se leen de corrido, suenan como una desbandada de pájaros:

Pereira, Medellín, Bogotá, Cali, Popayán, Florencia, Tunja, Ibagué, Cúcuta, Armenia, Dosquebradas, Palermo, Bello, La Plata, Inírida, Rionegro, Marinilla, La Ceja, Guatavita, Cartagena, Ipiales, Tarqui, Quibdó, Isnos, Bucaramanga, Barranquilla, Los Patios, Tuluá, Copacabana, Tubará, Pasto, Tibú, Túquerres, Itaguí, Facatativá, Guarne, Santa Marta, Cartago, Montería, Tabio, Yopal, Medialuna, Orito, Puerto Carreño, El Carmen de Viboral, Ovejas, Tamará, Apartadó, Mariquita, Valledupar, La Jagua de Ibirico, Zipaquirá, Marquetalia, Tumaco, Amagá, Baranoa, San Andrés Islas, Leticia, Cereté, Tolú, Condotó, Villa de Leyva, Salento, Belén de Umbría, Apía, Turbaco, Tuta, Dabeiba.

Y así otros. Muchos de estos nombres evocan territorios, dentro y fuera de Colombia, que nunca he visitado, pero en los que de algún modo estaré, y dejaré una huella de palabras y presencia, en las próximas dos semanas. Me emociona pensar que lo que será apalabrado en este tiempo trata, más que de la lectura o de la literatura infantil, de la posibilidad de un futuro en que las fronteras no sean más que un recuerdo: las que están en los mapas y también las que están en los corazones. Un futuro que quizá no será construido por nuestras mentes, sino que emergerá de nuestros sueños.

Hay que creer para crear, dijo María Teresa Andruetto en el año 2018, durante su conferencia en la segunda edición del LIJPE. A la luz de todo lo que he vivido, yo diría que hay que crear aunque uno no termine de creer. Todavía hoy, cada año, cuando llega el momento de planificar el LIJPE, me cuesta creer, y me dan ganas de abandonarlo no porque no lo ame sino porque siento que no voy a poder sostenerlo, cuidarlo, que no estaré a la altura de su belleza. Y todavía hoy, cada año, me lanzo de cabeza a esa oscuridad buscando una luz, una grieta por la cual colarme de nuevo a ese espacio de inspiración y verdad en el cual todo se alinea. Y en el camino comienzo a creer, pero no antes de haber empezado a crear. Quiero compartirles un poema de Derek Walcott, El Amor Después del Amor, que habla justamente de eso:

Llegará el día

en que, exultante,

te vas a saludar a ti mismo al llegar

a tu propia puerta, en tu propio espejo,

y cada uno sonreirá a la bienvenida del otro,

y dirá, siéntate aquí. Come.

Otra vez amarás al extraño que fuiste para ti.

Dale vino. Dale pan. Devuélvele el corazón

a tu corazón, a ese extraño que te ha amado

toda tu vida, a quien ignoraste

por otro, y que te conoce de memoria.

Baja las cartas de amor de los estantes,

las fotos, las notas desesperadas,

arranca tu propia imagen del espejo.

Siéntate. Haz con tu vida un festín.

Crear lo que sea: un Seminario, un libro, una pieza de arte o un hijo, es empezar a perdonarse por los errores que inevitablemente cometeremos, por lo frágil de nuestra humanidad, por lo insuficiente que resulta una vida para hacer todo lo que hubiéramos querido. Aquello que creamos nos mostrará, en su espejo implacable, toda la belleza y todo el horror de quienes somos, y nos abrirá la puerta de la reconciliación con nosotros mismos.

En el año 2019 diseñé un LIJPE titulado “La Poesía Para Niños, el Silencio, el Símbolo”. Un tema apasionante para mí. Invité, entre otras, a María José Ferrada, Laura Escudero, Yolanda Reyes, Martha Riva Palacio y Cecilia Bajour.  Un lujo. Y entre las lluvias torrenciales y otras circunstancias, tuvimos asistencias muy pobres. Nos habíamos mudado, previendo multitudes, a un auditorio más grande, que por contraste se vio vacío. Una de las conferencias más hermosas que haya escuchado en el campo de la LIJ, que fue la de María José Ferrada en esa edición, fue presenciada por apenas 21 personas, incluyendo a las del equipo de apoyo. Me hubiera gustado, en ese momento, hacerme invisible, pero lo que creas no te deja huir, siempre te desafía, te hace preguntas. ¿Por qué y para qué hacía el Seminario? ¿Para que le gustara a los demás, para ser popular? ¿Por qué me llenaba de ira ese auditorio vacío?

A lo Pedro Páramo, me prometí cruzarme de brazos, dejar morir el proyecto que tanto amaba y en el que había puesto tanto trabajo. Me tomó un tiempo, un par de meses quizá, encajar el golpe y empezar a descubrir los regalos enormes que me habían sido entregados. ¿Estás aquí porque me amas o solo porque obtienes algo de mí?, ¿creas desde la libertad o desde la expectativa del éxito?: esas preguntas eran mis regalos. Y las respuestas que me di me cuestionaron, me removieron las raíces, me obligaron a verme a mí mismo con honestidad. Aquello que yo había creado me estaba invitando a re-crearme. Comprendí que el sentido de todo lo que había pasado era ayudarme a recalibrar mi brújula interior, a sintonizarme con aquello que era verdadero para mí, a caminar mi propio camino. Un camino con corazón y sin apego a los resultados. Hay un poema de Mary Oliver, El Viaje, que lo expresa mejor que nada de lo que yo pueda escribir acá:

Un día por fin supiste

lo que tenías que hacer,

y empezaste

a pesar de las voces

y los malos consejos

a tu alrededor —

a pesar de que toda la casa

empezó a temblar y sentiste

aquel antiguo tirón

en los tobillos.

“¡Arreglá mi vida!”

gritaba cada una de las voces.

Pero no te detuviste.

Sabías lo que tenías que hacer

aunque el viento hurgara

con sus dedos rígidos

en tus cimientos —

aunque su melancolía

fuera terrible.

Ya era bastante tarde

una noche salvaje

y el camino estaba lleno de ramas

caídas, y de piedras.

Pero de a poco

mientras dejabas atrás las voces

las estrellas empezaron a arder

a través de la tela de las nubes 

y una nueva voz apareció

y lentamente

la reconociste como propia

y te hizo compañía

mientras caminabas con pasos largos

más y más adentro

del mundo

decidida a hacer

lo único que podías hacer —

decidida a salvar

la única vida que podías.

(Un escolio y sigo: en la universidad me dijeron que evitara las citas largas, pero me vale. A mí me gusta leer los poemas completos).

Volviendo al tema: comprendí que el LIJPE, si ha de tener alma, tiene que ser una expresión de mí mismo, de mi experiencia en el mundo, y no un artefacto políticamente correcto hecho para repetir lo que los demás quieren escuchar. Que la popularidad no puede ser su medida. Que necesita ser, en cada ocasión, un salto al vacío.

Comprendí que no soy una máquina: ni de escribir, ni de hacer Seminarios, ni de nada. Que el Seminario tampoco es una máquina, y que, como todo lo vivo, cambia. Que la perfección es una ilusión del miedo, una pequeña muerte, y que mi búsqueda de ella era una huida.

Después de dos ediciones del Seminario  en las que literalmente pasó de todo, hasta milagros como el de las becas que otorgó la Fundación Cornelia Funke, a través nuestro y con la mediación generosa de mi hermano del alma Adolfo Córdova, para que 11 artistas latinoamericanos realizaran residencias artísticas con todo pago en la Toscana italiana;  después de dos LIJPE que estuvieron marcados por la pandemia y por el estallido social en Colombia, me encontré, de nuevo, en ese lugar de incertidumbre y duda que ya había visitado en el 2019.

Lo confieso: decidí que este sería mi último Seminario. Que era el momento de hacer mi salida dramática del proyecto, dejando tras de mí un rastro de mariposas. Ya no estoy tan seguro.

Pensé, entonces, que los eventos que se hacen en torno a los libros y la lectura parten de asumir que hay un acto (leer libros) al que se la da sentido e importancia dentro de la cultura. Que la idea de una utopía lectora flota a menudo sobre tales eventos, así como sobre una gran parte de los discursos que abordan los mismos temas: leer nos hará más independientes, críticos y libres; nos dará consuelo o placer; nos ofrecerá información e incluso sabiduría; o nos hará mejores ciudadanos, mejores personas. Y que ese discurso, que es muy hermoso, ha dejado de cuestionarse. No hay verdad en el estancamiento.

Pensé que dado que el libro, desde hace tiempo, es una industria, se cierne sobre este tipo de eventos la sospecha del márketing oculto tras la promulgación de principios educativos, filosóficos, estéticos e incluso morales. Y que algo o mucho de eso hay, especialmente, en las ferias del libro, especialmente en las más grandes. ¿Qué espacio queda allí para la independencia, para la libertad, si la creación termina por someterse a la dictadura del mercado?

Pensé que convocar a un diálogo que de antemano ofrecía su conclusión se había convertido, para mí, en algo estéril, aburrido, en una especie de proselitismo cultural. Que si no había nada más qué pensar, mejor era el silencio. Nietzche lo dice bellamente: “Hermoso es compartir el silencio, más hermoso es compartir la risa”.

Pensé en María Teresa Andruetto citando a Bresson: “Si se hace durante mucho tiempo cosas con las que no se acuerdan, si se hace por conveniencia, por oportunismo, por necesidad, la mano derecha sabe lo que hizo la mano izquierda y entonces ya no podría trabajar por placer e incertidumbre, a puro riesgo. Eso es lo que diferencia la creación de la repetición”.

Pensé en la pregunta de Yolanda Reyes: “¿Cómo vamos a hacer lo mismo que hacemos si es que nada es igual?”

Luchando contra el agotamiento y el desencanto, escribí el año pasado un proyecto que ahora aborrezco, y que no me emocionaba en lo más mínimo ejecutar.

Y un día, contemplando el amanecer en mi amado Lago Atitlán, se me presentó una sola palabra, irreverencia, que se convirtió en la llama que encendió este Sexto Seminario de Literatura Infantil y Juvenil de Pereira.

Diseñar un Seminario es como hacer alquimia: se necesitan los ingredientes correctos en la proporción correcta, pero sobre todo se necesita saber qué se quiere conseguir. Y qué no. Me pregunté qué era esa irreverencia hacia la que quería ir, y la definí como algo distinto de ir a la contra, que en últimas es sólo ir favor de algo distinto. Creció en mí la idea de que la irreverencia es parecida a la honestidad: se trata de ser fiel a uno mismo, a lo que uno quiere expresar, sin importar las consecuencias.

La irreverencia es libre porque no se trata de los demás, de convencer a nadie o de desafiarle, de ganar seguidores o enemigos, sino de permitirse ser, momento a momento, esa materia cambiante que se es, y aceptarla en su plenitud.

Es anárquica, porque en su no prestar reverencia a lo que fue abre la ventana a imaginar lo que será, y comprende que esto tampoco será permanente, que hay que ser irreverente también respecto al futuro.

La irreverencia se me presentó como el desapego de las ideas enlatadas y predigeridas, como una curiosidad constante, al mismo tiempo como un presentimiento y un anhelo.

Recordé que el alma del LIJPE, igual que la mía, es irreverente por naturaleza, y supe que este Seminario ocurriría.

Me pregunté si habría lectores irreverentes que pudieran cambiar nuestras perspectivas sobre la literatura que leemos con niños y jóvenes.

Y un día escribí:

“¿Qué será lo que tiene la palabra literaria que no se deja reducir, encerrar, controlar?

Cuando queremos fijar su sentido, escapa. Cuando la queremos usar para nuestros propios fines, resiste. No hay manera de quitarle su libertad.

¿No han soñado acaso con libros que se arrojan contra algo, como piedras, y que en su camino alquímico de viento transmutan en pájaros?

¿No han visto esos lectores que, arrojándose al vacío de una página, desafían la gravedad de las viejas verdades y danzan como tigres en la noche salvaje?

Celebraremos las lecturas que no se dejan encasillar, que nos acechan con preguntas, que saben reír y cantar y ponerse de cabeza.

En el campo de la Literatura Infantil y Juvenil, en el que a menudo se quiere simplificar, buscar recetas, producir efectos inmediatos, nuestra irreverencia será buscar la complejidad, la profundidad, las grietas en los discursos establecidos por las que una nueva luz pueda mostrarse.

Necesitamos una belleza que nos haga pensar, como bien dice María Teresa Andruetto.

Y este año el LIJPE, irreverente como nunca, será irreductible en la búsqueda de esa belleza en la Literatura Infantil y Juvenil.

Y así nació esta sinfonía que es el Sexto Seminario LIJPE: Lecturas Irreverentes, sobre cuyos solistas les contaré en las próximas semanas: María Emilia López, Felipe Munita, Ana Garralón, Freddy Goncálvez, Yolanda Reyes, Verónica Murguía, Marcela Carranza y Ellen Duthie. En la introducción a cada una de sus conferencias continuaré esta conversación que aquí hemos comenzado.

Dado que, básicamente, cambié en el camino el 100% del proyecto que había diseñado el año pasado, pensé que me iban a pedir razones. Juro que aquí he hecho lo posible por no darlas, porque siento que sólo reducirían y simplificarían un fuego que es su propia causa, una música que no requiere explicación distinta de escucharla. Lo mejor será entonces despedirme abruptamente, antes de caer en la tentación de justificarme, con el poema de José Watanabe que inspiró el título de esta conferencia:

Esta mañana han comprado un pájaro

                                      como se compra una fruta

                                               un ramo de flores.

Dicen que Hokusai compraba pájaros para liberarlos.

También Leonardo

                 pero midiéndoles el impulso y el rumbo.

Posiblemente en la infancia he pintado pájaros

pero jamás les he hallado relación exacta con los aviones.

Estoy tentado a liberar este pájaro

                                         a devolverle

            su derecho de morir sobre el viento.

Me van a pedir razones.

Sentiré la obligación de hablar acerca de la libertad

pero mi familia que es muy lógica

                                  dirá que afuera solo

                                               con el viento

                                               a ver qué hago.

 Gracias, comunidad amada.


Envíame tus comentarios, preguntas y propuestas en el correo contactolijpe@gmail.com

Puedes ver el video de esta conferencia en Facebook: https://www.facebook.com/seminariolijpe/videos/350834127263009

Amar para Avanzar

Por Andrés Jiménez

Director del Seminario LIJPE

12 de junio del 2021, en la apertura de la V edición del Seminario

Buenas tardes, buenas noches ya para muchos y muchas que se conectan desde el sur de nuestra América o desde otros continentes.

Soy Andrés Jiménez Montoya, director del Seminario de Literatura Infantil y Juvenil de Pereira LIJPE, un evento que organiza anualmente la Fundación para la Cultura, la Ciencia y la Tecnología (FUC), con el apoyo de entidades como la Empresa de Energía de Pereira, el Ministerio de Cultura de Colombia y la Secretaría de Cultura de Pereira.

Y, por supuesto, con el apoyo de todos ustedes, que son las jardineras y los jardineros de este jardín a cuya sombra hemos tenido encuentros y sostenido conversaciones que han cambiado nuestras vidas, que nos han convertido en personas más empáticas y amables, que saben escuchar y escucharse para comprender mejor lo que ocurre dentro y fuera de nosotros, si es que hay algo como un adentro y un afuera y no solamente un campo continuo de presencia, conciencia y amor.

Pues el LIJPE, con especial énfasis este año 2021, no se trata sólo de libros, lectores y lecturas, sino sobre todo del amor. ¿De qué servirían las palabras si no existiera un silencio amoroso en el que ellas pudieran resonar, expandirse, encontrar ecos? ¿De qué servirían las palabras si sólo nos las dijéramos a nosotros mismos en un acto de infértil solipsismo?

Nuestra pregunta es por la palabra que teje comunidades y que nos permite descubrir que tú y yo no somos distintos aunque tengamos muchas diferencias. La palabra que nos recuerda (de re-cordar: volver al corazón) que somos una sola tribu unida por lazos de hermandad, amistad, cooperación y amor.

Nuestra pregunta es por la palabra que convoca aquí y ahora a todo aquello que hace parte de nuestro jardín: a la piedra y al río, al caracol y a la mariposa, al árbol y a sus pájaros, al jaguar y al lobo, al océano y al espacio infinitos, a todos nuestros ancestros y ancestras y a todos nuestros descendientes, a las presencias y voces de los niños y niñas y los jóvenes por quienes hemos sido encargados de amar y cuidar de este planeta, la más brillante joya de nuestro sistema solar, nuestro único hogar conocido en el cosmos.

Nuestra pregunta es por la palabra que imagina futuros y nos deja soñarlos juntos, como hoy en este espacio virtual, al cual hemos venido a encender una hoguera alrededor de la cual se escucharán, durante las siguientes semana, cantos y cuentos, historias de lo que fue y de lo que será.

Mi palabra es la chispa que enciende hoy este fuego, y la presencia de cada uno, de cada una de ustedes, es aquello que lo mantendrá vivo y ardiendo, como un corazón cuyo latido nos llamará a volver una y otra vez a este hogar virtual: refugio-centro del mundo-maloka cósmica en la que nos reencontraremos los unos con los otros para renovar nuestros lazos de amor, el tejido que le da sentido a nuestro mundo.

En tiempos de incertidumbre, duda, caos y dolor como los que muchas y muchos de nosotros hemos vivido, y a menudo seguimos viviendo, LIJPE será una vez más un espacio de resistencia. No de resistencia contra algo, ese no es el caso. De lo que aquí hablo es de la resistencia natural de lo humano: aquella que nos invita a travesar las tormentas y los tiempos oscuros sin cerrar el corazón, confiando en que hay una reserva invencible de bondad en algún lugar de nosotros mismos y de los demás; aquella que nos invita a ayudar allí donde podemos y a recibir ayuda cuando la necesitamos. De la resistencia que hablo aquí es de aquella que elige mantener viva la compasión y la empatía cuando el odio y el miedo parecen las únicas opciones; aquella que elige, sin importar las circunstancias, nunca ver a otro ser humano como a un enemigo.

Resistimos escuchando, conversando, sintiendo, creando y amando.

Resumiendo, mi invitación para todos y todas ustedes con ocasión de la apertura de este V Seminario de Literatura Infantil y Juvenil de Pereira LIJPE, al que hemos titulado “Una Sola Tribu”, y resonando con todo lo que ha venido ocurriendo en nuestra amada Colombia, es: amar para avanzar.

Un abrazo y gracias por su escucha afectuosa.

Tenemos una cita todos los sábados de julio.

2020, ¡EL LIJPE CAMBIÓ!

“¿En qué reside el encanto de los cuentos fantásticos? Reside, creo, en el hecho de que no son invenciones arbitrarias, porque si fueran invenciones arbitrarias su número sería infinito; reside en el hecho de que, siendo fantásticos, son símbolos de nosotros, de nuestra vida, del universo, de lo inestable y misterioso de nuestra vida”

Jorge Luis Borges

En sus versiones anteriores, el Seminario de Literatura Infantil y Juvenil de Pereira (LIJPE) convocó a la ciudad de Pereira (Colombia) grandes invitados: muchos de los mejores autores, académicos y promotores de lectura de América Latina. Cada año, desde el 2017, disfrutamos de una programación de lujo, con ciclos intensivos de conferencias, conversatorios y talleres que nos permitieron elaborar una reflexión profunda sobre cómo entendemos la relación entre los libros, los niños y la vida. 

La excepcional y desafiante situación que hemos vivido este año a nivel colectivo nos hizo preguntarnos muchas cosas. ¿Están dadas las condiciones para realizar el evento? ¿Es relevante que lo hagamos? ¿Cómo nos pensamos hacia el futuro?   

Desde el año pasado habíamos decidido que el tema del LIJPE 2020 fuera lo fantástico en la LIJ, y creemos que hacer que nuestro evento ocurra es un acto de resistencia y humanidad frente a la realidad que vivimos. Cuando ocurre una situación como la que estamos pasando, tenemos la tendencia a encerrarnos en nosotros mismos y a apagar nuestra capacidad de soñar, imaginar y tener esperanza. La fantasía aparece como una puerta hacia otras realidades en las que podemos comprender y dar sentido, en el espejo de la ficción, a aquello que muchas veces nos sobrepasa en el plano de lo cotidiano. Nuestra humanidad crece cuando nos permitimos seguir soñando con independencia de las circunstancias, cuando mantenemos el corazón abierto en medio de la tormenta.

Así que tendremos LIJPE 2020. Agradecemos a las instituciones que han creído en el proyecto y nos han permitido adaptarlo al nuevo contexto: el Ministerio de Cultura de Colombia, la Secretaría de Cultura de Pereira y la Empresa de Energía de Pereira nos han reiterado su apoyo y se han sumado al propósito de seguir soñando juntos.

La primera decisión que tomamos es llevar a LIJPE a la virtualidad, a través de plataformas de videoconferencia como Zoom. Extrañaremos la visita de nuestros invitados, la posibilidad de conocerlos, de conversar con ellos, de abrazarlos y de llevarlos a conocer el paisaje cafetero, pero por otro lado tendremos la oportunidad de conectarnos e interactuar, en vivo y en directo, con todas las personas de América Latina que quieran disfrutar de nuestra programación. Pereira será el origen de un latido que recorrerá todos los paisajes de nuestra América despertando soñadores y uniéndolos en una sola vibración.

La segunda decisión que tomamos fue pasar de un formato intensivo como el que se manejaba en versiones anteriores, donde todos los eventos se realizaban en una sola semana, a un formato mucho más extenso, en el que LIJPE quiere ser una compañía constante para todos ustedes desde el 4 de julio hasta el 10 de octubre de este año. Semana a semana, propondremos conferencias, conversatorios y talleres que serán una invitación a mantener abierta la comunicación con otros mundos posibles, otras realidades.

La tercera decisión que tomamos fue hacer que LIJPE no sólo no desapareciera, sino que se expandiera. Tendremos más actividades que en ninguna otra de las versiones anteriores del evento, con invitados de primer nivel. Disfrutaremos de la palabra y la magia de invitados geniales de México como Antonio Malpica, Verónica Murguía, Adolfo Córdova y Martha Riva Palacio; de María Teresa Andruetto desde Argentina; de Marina Colasanti desde Brasil; de Federico Ivanier desde Uruguay; y de Fanuel Hanán Díaz desde Venezuela; entre otros que aún están por confirmarse.

Este año el tema propuesto es “De las hadas a los robots: visiones de lo fantástico en la literatura infantil”. A través de él nos acercaremos al tema de lo fantástico en un espectro muy amplio, en el que caben las sagas de fantasía épica, los cuentos de hadas y también la ciencia ficción, lo policiaco, el miedo y todas las versiones de lo extraño e inusual en la literatura. Creemos que va a ser una gran oportunidad para fortalecer el músculo de la imaginación y para conectarnos con la riqueza que el género de lo fantástico tiene en América Latina. 

En este 2020 el LIJPE nos ofrece la posibilidad de hacer una pausa en la emergencia que venimos viviendo para imaginar y soñar, para reconectarnos con la magia que tienen las hadas, los elfos, los dragones, los magos (¡y los detectives y robots y los platos de sopa que a veces son océanos!), y para entrar en contacto con el reino de fantasía que vive en nuestro corazón y que muchas veces nos muestra la ruta cuando la realidad parece oscura. 

Próximamente estaremos compartiendo más información acerca de los eventos a través de nuestra página web y redes sociales. Permanezcan cerca para que nos podamos conectar y conversar. Y no olviden compartirle la información a todos sus amigos, familiares y conocidos a quienes les pueda interesar. 

Agradecemos inmensamente su apoyo y confianza.

Con cariño, 

Andrés Jiménez Montoya (Director del Seminario) y todo el equipo del LIJPE

LIJPE es un evento organizado por la Fundación para la Cultura, la Ciencia y la Tecnología (FUC) con el apoyo de el Ministerio de Cultura de Colombia, la Secretaría de Cultura de Pereira y la Empresa de Energía de Pereira.

TALLER

Escribir poesía para niños: descubrir el mundo

Por María José Ferrada
Inicio: 18/7/2020

CUPOS AGOTADOS

Este taller está dirigido a aquellos que deseen escribir poesía para niños y jóvenes. Tendremos cuatro sesiones temáticas en las que María José partirá de sus propios libros, detallando la motivación, proceso de escritura e influencias.

Se darán recomendaciones prácticas para quienes quieran incursionar desde ese lugar y se dejará un espacio de charla y preguntas.

Se propondrán ejercicios de escritura semanales, iniciando con un pequeño ejercicio que se propondrá antes de iniciar el taller.

Fechas y horas:

18 y 25 de julio, 1 y 8 de agosto, 10:00 a.m a 12:00 m.

Cupo:

20 personas

Plataforma:

Zoom

Valor:

$100.000 pesos para ciudadanos colombianos / 50 USD para extranjeros

Inscripciones:

Para residentes en Pereira (Colombia): del 29 de junio al 3 de julio de 2020

Para público en general (según disponibilidad de cupos): del 4 al 12 de julio de 2020

Para reservar tu cupo y recibir información sobre cómo realizar el pago, comunícate al correo contactolijpe@gmail.com. Los cupos se asignarán en orden de llegada.